Las luziernagas

Hoy se celebra La Noche en Negro en Zuera, localidad zaragozana. Es una propuesta cultural en un enclave poco habitual: el cementerio.

Utilizar el cementero como espacio de expresión artística más allá de la propia ornamentación funeraria, no es algo a lo que estemos acostumbrados.

Los visitantes que acudan hoy a esta Noche en Negro podrán disfrutar de un exposición de acuarelas del pintor local Diego Oliván o deleitarse con el espectáculo literario musical «verso a verso» en la voz de la actriz Charo López.

El ocio en los cementerios

Uno de los primeros cementerios habilitados en Europa para el ocio fue el cementerio Père Lachaise, en el París de 1803. El país había sido asolado por epidemias de fiebre amarilla y cólera. Esto aumentó las tasas de mortalidad y la muerte perinatal. Eran muchas las familias que habían perdido a un ser querido. Así los cementerios se convirtieron en lugar de encuentro con otras personas también en duelo. Los nuevos cementerios fueron diseñados con jardines para el descanso y la belleza y los visitantes eran bienvenidos.

Pronto Estados Unidos vio la necesidad de usar estos espacios e inspirados en los hermosos jardines victorianos de Europa, surgieron cementerios como el de Forest Hills en Boston en 1848. Fundado y diseñado por Henry A.S. Dearborn quien imaginó un espacio que ofrecería a los visitantes urbanos la oportunidad de conectarse con la naturaleza, experimentar la belleza y restaurar su espíritu mientras lo visitaba. Esencialmente, imaginó un parque público, solo salpicado de lápidas. Su tamaño es de unos 250 acres, al rededor de 100 hectáreas.

Y llevando el ocio en el cementerio a su extremo, encontramos en Chicago el cementerio de Bohemia creado en 1877 que llegó a tener licencia de venta de licores pues contaba con bar, restaurante y hasta un pabellón de baile.

Postguerra: ocultando la muerte

Al igual que la fotografía post-mortem, las visitas a los cementerios como lugar de ocio fueron desapareciendo tras la primera guerra mundial. Era la primera vez en la historia que la población se veía mermada a gran escala por una causa no natural: por el asesinato mutuo del hombre contra el hombre.

Surgió en la sociedad la necesidad de apartar la muerte y de mirar solo hacia la vida y su disfrute. Llegaban después los felices años 20. Una felicidad que quedó interrumpida con la llegada de la segunda guerra mundial y en nuestro caso de la guerra civil.

Mirando a la vida

Quizá en estos tiempos de pandemia del siglo XXI estemos de nuevo ante la necesidad de unirnos y normalizar la muerte y el duelo para poder seguir adelante. Quizá esto nos lleve a valorar mas la vida y a disfrutarla con mas intensidad. No sé si en los cementerios o fuera de ellos, pero lo importante es encontrar la manera de aprovechar este regalo que tiene fecha de caducidad.

La historia nos ha demostrado que mirar a la muerte de frente es mirar a la vida. Cuanto más temamos nuestra finitud menos conscientes seremos de ella y de lo importante que es vivir.

En nuestro siglo surge el llamado Dark-Tourism o turismo oscuro que surge como forma de transitar la belleza o el mensaje encerrado de los espacios que tienen que ver con la muerte. En ocasiones incluyen visitas a campos de concentración o campos de batalla y en otra ocaciones cementerios con una gran riqueza cultural por sus hermosos jardines o sus impactantes lápidas labradas.

Los cementerios guardan la historia de la humanidad. Desde los textos de sus lápidas hasta aquellas que ligadas a una guerra sólo muestran un número y una fecha. Visitar un cementerio proporciona un momento de reflexión sobre la propia vida y sobre los que nos han precedido. Recordemos que también nosotros somos los predecesores de las generaciones futuras.